El llanto del ciervo

San Patricio y su discípulo, Benen, se hallaban camino de Tara con la intención de convertir a la nueva fe al rey de Irlanda, Loegaire mac Neill, y a todos sus seguidores. Era por pascua, y al acercarse a la ciudadela san Patricio se detuvo para celebrarla encendiendo una hoguera.
Aquella misma noche también Loegaire preparaba un hoguera; celebraba la festividad de Beltaine, en la que durante siglos su pueblo había encendido hogueras para festejar el renacer de la primavera. Pero tan pronto como su fuego hubo empezado a arder, vio en el horizonte la hoguera de San Patricio. Irritado por esta competencia pidió consejo a sus druidas, quienes profetizaron que la llama de san Patricio ardería eternernamente y que superaría a la suya. Esto irritó aún más a Loegaire, quien se propuso evitar que tal cosa sucediera.
El rey se lo tomó como un reto y condujo un ejército al exterior de Tara para enfrentarse al santo. Al acercarse vio que san Patricio levantaba los brazos en oración; a continuación descendió una niebla que oscureció la escena. Al declararse el aire no había señales de san Patricio no de su compañero. Pero cuando Loegaire volvió a avanzar, pudieron verse un ciervo y un cervatillo que se dirigían a Tara.

1 comentarios:

buena historia, creen que san patricio conocia algo que nosotros no?

19 de julio de 2008, 4:00  

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